Ética medica y bioética
[La bioética es] la respuesta de la ética tradicional a las tensiones y urgencias que
se han originado en virtud de los nuevos descubrimientos y tecnologías. La ética se ha visto obligada, no
a encontrar nuevos principios o fundamentos, sino a extraer todas las implicaciones relevantes de los que ya posee.
--- K. Danner
Clouser (1978) xii
Los países desarrollados gastan cada año más dinero en sanidad que en armas
nucleares, plantas
energéticas o cualquier otra fuente de
contaminación ambiental. La medicina es
también el campo en el que los avances tecnológicos tienen un impacto más inmediato sobre un gran número de personas.
No es sorprendente entonces que la ética
biomédica sea el
área más desarrollada de interacción
entre la ética y la tecnología.
La ética biomédica es
un campo con muchos y excelentes manuales,
revistas especializadas, su propia enciclopedia y una extensa
bibliografía anual. A causa de su
necesaria implicación con la ética médica profesional, la bioética
también se caracteriza por poseer
una raíces históricas más importantes que las del resto de disputas
y discusiones contemporáneas sobre ética en otros campos de la tecnología.
El campo de la bioética podría dividirse en diferentes
cuestiones morales relacionadas con los diversos
estadios de la vida humana. El aborto, la fertilización in vitro, la experimentación fetal o las madres
de alquiler son todos ellos temas relacionados con el comienzo de la vida. Las relaciones médico-paciente, junto con aquellas cuestiones
relacionadas con la privacidad,
confidencialidad y consentimiento informado, afectan al cuidado médico de los adultos. Los trasplantes de
órganos y la eutanasia son temas asociados al final de nuestras vidas. Cubriendo todos los estadios
de la vida se encuentran las preguntas acerca de la
política de sanidad o la distribución de los escasos recursos médicos, los procedimientos de la investigación
biomédica (incluyendo la experimentación
con animales) y las perspectivas especiales
de enfermeras, psicólogos y asistentes sociales.
En cada una de estas áreas, las cuestiones bioéticas tienden a
estructurarse en términos de afirmaciones en conflicto que apelan de formas diversas a los derechos de la persona, la utilidad social y la ley natural. A diferencia de
lo que ocurre en ética nuclear
y ética ambiental, la inclinación no es la de formular
nuevos modos de pensar, sino la de intentar aplicar y reaplicar
principios éticos tradicionales. Una serie de cuestiones relacionadas podrían formularse de la siguiente manera:
- ¿Hasta qué punto se hallan las tecnologías anticonceptivas, sean "naturales" o "artificiales",
en armonía con el orden
natural?
- ¿Cuándo comienza la vida humana? ¿En
qué fase del desarrollo biológico
debería considerarse a los seres humanos (sea por razones utilitarias o cualesquiera otras) como personas y no como animales y, por tanto, no ser objeto de
manipulación teconológica sin derecho a ejercer
su consentimiento informado?
- ¿Hasta qué punto tiene derecho la mujer a "controlar"
su propio cuerpo cuando está embarazada?
- ¿Cuáles son los derechos de las "madres de alquiler" y los padres
donantes de semen?
- ¿En qué medida
se ve afectada la relación médico-paciente por procedimientos médicos altamente tecnificados que pasan
por alto la necesidad de informes del propio paciente?
- ¿En qué medida se ve alterada
la autocomprensión humana por
la diagnosis y los tratamientos
médicos altamente
tecnificados?
- ¿Existen unos límites a la confidencialidad del paciente? ¿Cuándo
es posible que la
enfermedad de un paciente amenace la
salud de otras personas?
- ¿Cómo pueden aquellos pacientes que no comprenden la naturaleza técnica de una dolencia o su tratamiento ejercer
su derecho al consentimiento informado?
¿Qué responsabilidad tienen los
médicos de educar a sus
pacientes con el fin
de asegurar su consentimiento a
tratamientos que consideran los mejores para
ellos?
- ¿Quién es la persona más adecuada
para dar su consentimiento a la aplicación de ciertos procedimientos
experimentales (incluyendo las donaciones
de órganos) en niños o personas
incapaces de expresarse o razonar por sí mismas?
- ¿Qué tipos de trasplantes son permisibles? ¿Pulmones? ¿Corazón? ¿Cerebros?
¿Riñones? ¿De
animales?
-
¿En qué medida debería promoverse la simbiosis humano-máquina? ¿Brazos artificiales? ¿Corazones artificiales? ¿Cerebros artificiales?
- ¿Hasta qué punto puede demandar con pleno derecho
un paciente de un médico tratamientos cosméticos o de cirugía estética
(tales como cambios de sexo)?
- ¿Cuándo cesa la vida humana? ¿En
qué punto de deterioro biológico
deberían los seres humanos dejar de considerarse personas y empezar a ser tratados como animales y,
por tanto, ser objeto de manipulación tecnológica sin un consentimiento informado?
- ¿Cómo deberían distribuirse los recursos médicos cuando éstos son escasos?
¿Deberían tener prioridad los niños sobre los ancianos? ¿Los
ricos sobre los pobres? ¿Los
que poseen mayores probabilidades de sobrevivir sobre aquellos
que poseen menos?
-
¿Quién debería pagar por aquellos tratamientos técnicos más caros o por el desarrollo de tales tratamientos?
-
¿Qué debería
justificar la elección entre el apoyo económico a la sanidad o, pongamos por caso, la educación o la exploración espacial?
Como ya se ha indicado, las cuestiones principales tienen
que ver con las redefiniciones de la vida
y la muerte requeridas por las intervenciones
médicas posibles durante la concepción
y la gestación, y por la viabilidad
de prolongar indefinidamente el
funcionamiento arterial y pulmonar, así como con la necesidad de reconcebir las relaciones médico-paciente. Diferentes autores, incluso aquellos que ofrecen teorías generales de ética biomédica, tienden a
enfatizar uno u otro de estos tópicos.
Por ejemplo, Tom Beauchamp y Tristam Engelhardt
infravaloran en cierta medida los
nuevos puntos de vista acerca de en qué consiste convertirse en un ser humano.
Dan Callahan, por el contrario, se centra en lo que significa morir o en las implicaciones del empeño excesivo en evitar la muerte. Para
Robert Veatch, no obstante, la
cuestión central es una interpretación
más profunda y extensa de las relaciones médico-paciente.
Históricamente, las discusiones bioéticas sobre tales interrogantes, originadas a
finales de los años 50, comenzaron a tomar una forma más madura a
partir de la fundación de dos instituciones bioéticas claves: el Institute of Society, Ethics and the
Life Sciences en 1969 (también
conocido como el Hastings
Center dado que su emplazamiento original era en Hastings-on-the-Hudson,
Nueva York) y el Kanney Institute
of Ethics de la Universidad de Georgetown en 1971. Pero
los desarrollos en biología molecular
(esto es, ingeniería genética
y biotecnología) y la creación del
Proyecto Genoma Humano (1990) han extendido y profundizado tales discusiones hasta
introducir preguntas como:
-
¿Debería limitarse la investigación genética a las células somáticas o también podría permitirse
con células germinales?
- ¿Cuáles son los límites apropiados para el sondeo genético en el ámbito laboral?
¿Y en el
ámbito de las compañías de seguros?
Finalmente, la proliferación de medicinas alternativas complica
estas discusiones introduciendo
nuevos interrogantes acerca de la eficacia de la homeopatía, los masajes,
la acupuntura y otras técnicas no
ortodoxas. Las tradiciones médicas no
occidentales como la acupuntura, del mismo
modo que las terapias de alta tecnología
o la ingeniería genética
occidentales, suscitan cuestiones acerca de la auténtica naturaleza del cuerpo.
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